Friday, April 27, 2007

La llegada del poeta

Hace unos años, mis amigos comenzaron a compartir información al interior de una sociedad secreta a la que yo no pertenecía. Por aquellos días, los noventas en mi país, comenzó una revolución compuesta de recados, mensajes, fotografías y textos codificados que circulaban de alguna manera fuera de mi alcance; la interpretación de esa eclosión de intercambios se me aparecía como un levantamiento contra la manera cotidiana de decir un secreto. Eso era realmente importante y yo estaba al margen. Era como París del 68 y este pobre ser humano vagaba por las afueras de la ignorancia. Algunos, cuando me acercaba a sus corrillos callaban y otros continuaban hablando en una lengua arcana que conservaba la estructura del español pero con muchos vocablos que huían de mi comprensión apenas mencionados.
Entre las muchas maldiciones que pueden haber sido inventadas por la mente humana, la más aterradora es la del eterno retorno (creo haber leído esto en algún lugar). Hoy, a más de una década de esa experiencia de aislamiento, volví a sufrir aquel tremor interno, casi existencial, de ser excluido del conocimiento popular. La situación se repitió casi igual a la de marras. Hoy, a más de una década de esa exclusión vuelvo a tomar la decisión que hube de tomar hace más de una década para retomar el ritmo de la vida. Siempre habrá en nuestro camino algún alma piadosa que nos señale el camino aunque algunas veces no sepamos reconocerlo. Como sucedió la tarde que uno de mis amigos me sacó de la virginidad informática en que me encontraba y me dijo que si yo no tenía una cuenta de e-mail no podía mandarme los mensajes que le estaban mandando los otros, entonces me recomendó Hotmail.
El mundo del correo electrónico se abría para mí, no obstante tenía temor. En mi rudimentario inglés yo intuí que la mezcla de hot y mail era algo así como un correo caliente, una cosa sensorial, algo desfachatado y lúbrico. De allí, que sin preguntar más, pase unas semanas decidiendo si tomaba el riesgo de adentrarme en el mundo ignoto del Hotmail. Por aquellos días no era difícil confundir aquello del hot con algo sexual. Las líneas calientes habían entrado a mí país y muchos padres de familia se quejaban de kilométricas cuentas telefónicas hechas por sus hijos desde casa y que terminaban en una grabadora en Singapur. Podrá sonar muy cándido pero aquellos eran mis temores. Ahora, tras estar aislado de la blogósfera y tras haber sido invitado a adentrarme en ella, tomo la decisión de saltar del mundo del papel impreso al de la pantalla. Esta, es entonces, mi llegada a terrenos desconocidos, por tanto mis primeros pasos serán de cachorro o de inmigrante.
Este lugar, que espero sea visitado y comentado por quien lo circule, será un espacio para reencontrar tantas cosas que se refunden entre el desayuno y el regreso a casa, y otras que aparecen al escuchar una canción o dar un beso. Es decir, este espacio será mío y suyo en la medida que podamos encontrarnos a través de las líneas que acá aparezcan para desembolsillar recuerdos, reflexiones, aserciones y todo lo que se me dé y se nos dé la gana. No es más por el momento; estaremos en comunicación.
Un saludo desde el desierto de Arizona.

5 comments:

GAPG said...

La comunidad científica e intelectual internacional se honra con tu llegada, Poeta. Buen arranque y porque no nos hemos ido, acá seguiremos.

Anonymous said...

Buena llegada poeta. Comparta su obra.

CamiloT said...

Poeta bienvenido a este mundillo, a mí me costó entrar, ahora me está costando escribir, y sé que me costará salir.Además, yo tuve la misma impresión suya cuando conocí a la tal Hotmail...

Anonymous said...

Como dijo barreiro, queremos ver su obra hermano, no la chingue.
Saludos desde el desierto de Sonora, al otro lado de eso que llaman la frontera.

Sylvia said...

Pues para ser el comienzo suena (o mejor se lee)muy bien. Escribís de una manera muy amena y agradable, seguí haciéndolo. Entre tanto, qué bueno que andés por aquí en el vecindario de la blogosfera.

Abrazo virtual.


un laberinto entre tantos